Fue la sublevación de las Trece Colonias inglesas de Norteamérica contra la Corona británica.
Formó parte de un conflicto a mayor escala entre Gran Bretaña y cinco naciones —Francia, España, Estados Unidos, Holanda y el Reino de Mysore (sur de la India)— que, mayoritariamente, se desarrolló en el mar y por el control de este.
Las Trece Colonias no tenían armas, ni pólvora, ni dinero para hacer la guerra a Gran Bretaña, la mayor potencia militar del mundo en la época. La ayuda de España y Francia fue imprescindible para el triunfo de la Revolución.
Sin la entrada de España en la guerra junto a Francia, los ingleses habrían podido reforzar sus tropas en América y controlar las costas y océanos para derrotar a los rebeldes norteamericanos.
Las victorias españolas en La Luisiana y La Florida expulsaron a los ingleses del sur y favorecieron la victoria final de Washington y la expansión posterior de los Estados Unidos.
La importancia de esta intervención extranjera contra un enemigo común fue reconocida por los mismos Padres Fundadores.
España no reconoció a los Estados Unidos como nación inicialmente, debido a que temía que la revolución se contagiara a sus propias colonias y tampoco quería aceptar la libre navegación por el río Misisipí que exigían los norteamericanos.
No obstante, en la alianza establecida con Francia, aceptó que «no se firmaría una paz separadamente con Gran Bretaña sin el reconocimiento de la independencia de Estados Unidos».
España envió, entre 1775 y 1781, miles de armas, mantas, uniformes y préstamos de dinero para el ejército de Washington. Según los cálculos más recientes, esta ayuda sumó más de 3 millones de pesos (más de 3 billones de USD al cambio actual). Además, la flota francesa recibió un importantísimo préstamo en Cuba para pagar a los soldados y marinos franceses y americanos y lograr la victoria decisiva en Yorktown en 1781.
La presencia de barcos y tropas hispanas en el golfo de México y Centroamérica fue una amenaza constante para los británicos, que no pudieron emplear más fuerzas en el sur y tuvieron que replantear toda su estrategia en el Caribe.
Miles de soldados y marinos hispanos, nacidos tanto en Europa como en América, contribuyeron con la ofrenda de su sangre al nacimiento de la nueva nación.