Leyba fue el comandante español que defendió eficazmente San Luis contra los ataques británicos del año 1780. Colaboró con el coronel Clark y sus tropas, consiguiendo que el alto Misisipí quedara libre de enemigos durante la Revolución Americana.
Fernando de Leyba y Córdova nació el 24 de julio de 1734 en la ciudad de Ceuta, una de las plazas más emblemáticas del ejército español, situada en la costa norteafricana del estrecho de Gibraltar. A pesar de la larga trayectoria militar de los Leyba y Córdova, cuyos antepasados sirvieron a los Reyes Católicos en la reconquista de Granada, parece ser que, en un principio, Fernando no tenía intención de dedicarse a la carrera militar. Fue la muerte prematura de su padre lo que le obligó, así como a sus hermanos, a entrar al servicio real. Entró de cadete en el ejército de Carlos III cuando estaba a punto de cumplir los diecisiete años.
Fernando estuvo de cadete en el Regimiento España tres años y medio, antes de ser ascendido a subteniente en el Regimiento Aragón, el 25 de mayo de 1756. Sirvió en este empleo durante casi siete años, en los que participó en la defensa de La Habana contra el asedio británico de 1762, donde estuvo bajo las órdenes del capitán Fernando de Párraga, en la batalla del Castillo del Morro. Leyba fue tomado prisionero cuando la fortaleza cayó ante las armas inglesas. Poco después de su vuelta a la Península, fue promovido a subteniente de bandera (22 mayo 1763) y, a los cuatro meses y medio, a teniente en el Regimiento Soria (11 octubre 1763). En 1764, pidió un traslado al Cuerpo de Ingenieros, pero, a pesar de que su capitán señaló en su informe su habilidad con las matemáticas, parece ser que Leyba volvió al Regimiento Aragón. Fue de este cuerpo, con guarnición en Orán, de donde sacaron parte de las tropas para formar un nuevo batallón en Nueva Orleans, en la provincia de La Luisiana, y Leyba fue promovido a capitán (4 junio 1768).
Ante la noticia de su traslado a La Luisiana —aun antes de recibir el despacho de su nuevo empleo— Leyba contrajo matrimonio, en julio de 1767, con María de la Concepción de César y Martínez-Fortún.
Un año después, en octubre de 1768, las tropas destinadas a América salieron del puerto de Cádiz. A su llegada a La Habana, se encontraron con la noticia de la expulsión de Nueva Orleans del primer gobernador de La Luisiana, Antonio de Ulloa, por lo que pasaron el siguiente año en la capital cubana, mientras se preparaba una expedición para retomar la colonia. Mientras tanto, el matrimonio Leyba esperaba la llegada de su primera hija, que nació el día antes de la salida de la expedición. Josefa María de los Dolores, Pepita, nació el 5 de julio de 1769.
Después de una travesía de catorce días por el golfo de México, los veinticuatro buques que formaban la expedición llegaron a la desembocadura del Misisipí y, tras otros veintiocho días, a vela y a remo, llegaron al muelle de Nueva Orleans. El teniente general Alejandro O’Reilly tomó posesión formal de la colonia el 18 de agosto, organizó un nuevo gobierno y formó el batallón. A Leyba le puso al mando de la tercera compañía de fusileros, que permaneció y sirvió siempre en la capital. Al lo largo de los siguientes diez años, Leyba mandaría, también, en dos puestos fronterizos: el de Arkansas (1771-1774) y el de San Luis de Ilinueses (1778-1780).
El mando de Leyba en Arkansas, que asumió por orden del gobernador Luis de Unzaga, resultó ser una valerosa experiencia de aprendizaje. El puesto estaba situado en el río Misisipí, a unos 550 km (800 km por el río) al norte de Nueva Orleans. Consistía en un pequeño fuerte de madera con catorce soldados de guarnición y una villa de setenta y ocho habitantes, en su mayor parte comerciantes y cazadores de nacionalidad francesa. Este primer contacto con los desiertos y los bosques de La Luisiana fue abrumador por encontrar a su llegada importantes problemas: una construcción en ruinas con armamento inútil, la tropa sin pagar y a punto de rebelión y una falta peligrosa de provisiones. Resueltos estos temas, el gobierno de Leyba se centró en el bienestar general de los habitantes, el control de comercio y la venta de alcohol, y las buenas relaciones con la tribu local, los quapaws. A estos retos, se sumaba la continua amenaza de ataque por los indios osages, dados a la guerra, y severas y repetidas enfermedades. Leyba perseveró en su mando y logró solucionar las difíciles situaciones que se le presentaron. Pero, lo que debía ser un mandato de cinco años fue interrumpido debido a su mala salud y, tras solo tres años en Arkansas, volvió a su mando en la capital.
Una vez más en Nueva Orleans y con un nuevo miembro de la familia —su segunda hija, Rita Gertrudis Buenaventura, que nació el 4 de julio de 1771 al poco de su llegada a Arkansas— el matrimonio Leyba estableció su hogar en la esquina de la Calle Real con la Avenida de las Ursulinas, en una parcela con vistas al jardín trasero del convento.
En la primavera de 1778, el gobernador Bernardo de Gálvez le asignó el mando de San Luis de Ilinueses. Con el título de comandante en jefe y teniente gobernador del partido occidental del Ilinueses, tenía bajo su jurisdicción el territorio comprendido entre la desembocadura del río Ohio y la frontera con Canadá, incluidos los dos pueblos de San Luis (con seiscientos ochenta y nueve habitantes) y Santa Genoveva (con seiscientos noventa y ocho habitantes), dos pequeños fuertes en el río Missouri y algunas minas de plomo, además de los distritos de los ríos Missouri e Illinois, donde cazadores y tratantes se ganaban la vida. Durante los dos años que duró su mandato en San Luis, Leyba se centró en mantener la paz con sus vecinos británicos y con las tribus indígenas de la zona, guardar los ríos contra intrusos y contrabandistas, promover la inmigración y aumentar la producción agrícola. Se le reconoce por dos mejoras importantes: un camino que conectaba San Luis con Santa Genoveva y una compañía de caballería de milicianos.
El especial clima político dio lugar a un singular mandato en el Ilinueses. Siguiendo la línea de acción adoptada por su gobierno de auxiliar, aunque de forma clandestina, a los colonos americanos en su lucha por su independencia de Gran Bretaña, Leyba colaboró estrechamente con el coronel George Rogers Clark, cuyo Illinois Regiment ocupó la parte oriental de San Luis en julio de 1778, en el envío de mercancías, suministros militares, correspondencia e información por los ríos Misisipí y Ohio. Cuando España se unió a la Guerra en junio de 1779, Gran Bretaña movilizó a sus aliados indios y a algunos tratantes canadienses, para atacar a Leyba y Clark en el Ilinueses y tomar el valle del Misisipí. Leyba es más conocido por su defensa de San Luis, cuyo éxito radicó en la construcción de una torre de piedra y dos mil metros de atrincheramientos.
Cuando en febrero de 1781 se informó en la Gaceta de Madrid de lo acontecido en el Ilinueses, también se dio la noticia de su ascenso a teniente coronel por su defensa de San Luis, premio que le fue dado a título póstumo, pues Fernando de Leyba ya había fallecido de enfermedad, a la edad de cuarenta y cinco años, en la madrugada del 28 de junio de 1780. Recibió sepultura en la iglesia parroquial, al lado de su esposa, fallecida en septiembre del año anterior. Sus dos hijas pequeñas, huérfanas con once y nueve años, una vez concluidas las hostilidades en Norteamérica, viajaron con amigos y familia a España donde, con el tiempo, se casaron y fundaron sus propias familias.