Al estallar la Guerra de Independencia de Estados Unidos, la ciudad de Pensacola era la capital de La Florida británica. Rodeada de frondosos bosques de pinos y con una extensa bahía con largas playas de blanca arena, tuvo un primer asentamiento español, establecido por Tristán de Luna, en 1559, en la isla de Santa Rosa y luego, ya permanentemente, en 1668. Después y brevemente, pasó a ser francesa, antes de ser cedida a Inglaterra en 1763, como consecuencia de la Guerra de los Siete Años. Bernardo de Gálvez intentó conquistar la ciudad en octubre de 1780, pero un huracán dispersó sus barcos. El obstinado gobernador de La Luisiana regresó en marzo de 1781, dispuesto a cumplir las órdenes del rey, al mando de casi ocho mil hombres.
Fort George era la fortificación principal durante el ataque de las tropas de Gálvez, quien, tras semanas de asedio, obligó a la guarnición británica a capitular el 8 de mayo de 1781. Ha sido parcialmente restaurado en North Palafox Street como parque y memorial a la Revolución Americana. En sus proximidades, se inauguró, en 2018, una gran estatua ecuestre de Gálvez, gracias a los donativos reunidos por la Pensacola Heritage Foundation. La estatua está rodeada de rosas rojas en recuerdo a la sangre de los soldados españoles muertos en combate.
La entrada de la bahía de Pensacola es hoy una base aeronaval de la U.S. navy. En el interior se encuentra el antiguo fuerte de San Carlos de Barrancas, desde donde los cañones ingleses intentaron detener, sin éxito, la entrada de Gálvez y sus buques. El fuerte fue primero español y luego británico, y pasó a ser ocupado por los norteamericanos durante la invasión de 1818, quienes le dieron su actual estructura.