La «gran manzana» fue la capital de los recién nacidos Estados Unidos, hasta que, en 1800, se terminó de urbanizar y se construyeron los primeros edificios oficiales en la ciudad de Washington. La ciudad antigua, la City de la época revolucionaria, se extendía en torno al puerto comercial, en lo que hoy es la isla de Manhattan, la antigua colonia holandesa de New Amsterdam, que adoptó su nombre actual al ser ocupada por los ingleses en 1664. El ritmo de la ciudad lo marcaba una importantísima actividad comercial que se concentraba en sus muelles, sus mercados de pescado y carne, sus comercios y las calles de Broadway (la calle más ancha) y Wall Street (la calle junto a la muralla).
En el antiguo ayuntamiento, luego llamado Federal Hall, tuvo lugar la toma de posesión de George Washington como primer presidente de los Estados Unidos, el 30 de septiembre de 1789. En su ubicación, en plena calle Wall Street, se construyó otro edificio de estilo neoclásico, en cuyas escalinatas, una estatua de Washington da la bienvenida hoy en día a los visitantes. A aquella ceremonia asistió Diego de Gardoqui, invitado de honor como primer embajador de España. En el puerto, se hallaba el Galveztown, un bergantín que había sido propiedad de Bernardo de Gálvez y que disparó con sus cañones quince salvas en honor del primer presidente. Gardoqui residía en una mansión al inicio de la calle Broadway, donde, la noche de la proclamación presidencial, tuvo lugar una gran recepción a todas las autoridades y miembros del Congreso. Cerca, en Barclay street, se halla Saint Peter’s Church, la primera iglesia católica de la ciudad, cuya construcción se financió en 1785 con diversos donativos, como los 1.000 pesos que aportó Gardoqui y los 6.000 que envió el obispo de México.
Al otro lado del río, en Fort Greene Park, que, para muchos, es como una versión pequeña de Central Park, pero en Brooklyn, hay un monumento a las víctimas fallecidas a bordo de los barcos-prisión ingleses durante la Guerra de Independencia. A los pies de una gigantesca columna conmemorativa, el rey Juan Carlos I inauguró, en 1976, una placa de bronce que honra la memoria del más del centenar de españoles muertos y enterrados allí. La placa fue retirada hace años por el Ayuntamiento, por su mal estado de conservación y, actualmente, está en proyecto su recolocación.