Esta pequeña localidad fue una de las varias de las costa de Nueva Inglaterra que, en el siglo XVIII, progresaron gracias al negocio de exportación del bacalao salado. En ella vivieron las familias de los comerciantes Jeremiah Lee y Elbridge Gerry, quienes aprovecharon sus vínculos transatlánticos con comerciantes europeos, para importar armas para la Revolución Americana. Ambos formaban parte del Massachussets Committe of Suplies, encargado de la organización y logística del ejército rebelde.
En fecha tan temprana como noviembre de 1774, solicitaron a su socio en el puerto español de Bilbao, Diego de Gardoqui, las armas y la pólvora imprescindibles para armar a los primeros soldados del Continental Army, que se pondría al mando de George Washington el año siguiente. Gardoqui envió, en febrero de 1775, 300 mosquetes y 600 pares de pistolas. En julio del mismo año, se repitieron las compras de armas, pagadas en parte con dinero en metálico y en parte, con letras de cambio. Gardoqui también consiguió el beneplácito del gobierno español para remitir la pólvora solicitada. En marzo del año 1776, envió otras 21,5 toneladas del explosivo.
La costa de la zona es bastante rocosa y la parte antigua de la ciudad, con calles estrechas y empinadas, cuenta con muchas de las típicas casas de madera de Nueva Inglaterra. La más famosa es la que perteneció a Jeremiah Lee, asombrosamente conservada exterior e interiormente, incluso con el papel pintado de mediados del dieciocho y con sus muebles originales. Destacan entre ellos dos espejos, de un modelo muy apreciado en la época, que se exportaban desde Bilbao a todo el mundo.